Duérmete, Niño amante
luz de mi sueño.
Duérmete sin cuidados
que yo te velo
Cuando caiga la noche
sobre el silencio,
se hará cojín de espumas
mi blanco pecho.
Cuando frías estrellas
nieven del cielo
será para tu carne
pañal mi beso.
Cuando sepan pastores...
Cuando el misterio...
¡Duérmete, Niño amante,
luz de mi sueño!
¿Por qué tienes los ojos
limpios y abiertos?...
Ya más no puedo darte...
Duerme, lucero.
Duérmete. Mira:
hosannas
dicen los vientos...
(Despacio...
Callad
Despacio,
que está durmiendo...)
Claudio Rodríguez. De escasa producción, ha alcanzado el reconocimiento y la admiración de cuantos se han asomado a su obra. Dueño de un mundo muy particular y de un lenguaje sorprendente y fervoroso, Claudio Rodríguez es, además del maestro de muchos jóvenes poetas actuales, un influyente creador cuya poesía sigue promoviendo lectores. Fue premiado con el Premio Adonáis a los 18 años por Don de la ebriedad, libro que impresionó profundamente a Aleixandre. Tuvo amistad con numerosos poetas de su tiempo y fue en los años setenta cuando tuvo lugar su verdadera consagración como poeta.