NANA DE LA VIRGEN MARÍA (1949), Claudio Rodríguez (Zamora, 1934 - Madrid, 1999)


Duérmete, Niño amante
luz de mi sueño.
Duérmete sin cuidados
que yo te velo

Cuando caiga la noche
sobre el silencio,
se hará cojín de espumas
mi blanco pecho.

Cuando frías estrellas
nieven del cielo
será para tu carne
pañal mi beso.

Cuando sepan pastores...
Cuando el misterio...
¡Duérmete, Niño amante,
luz de mi sueño!

¿Por qué tienes los ojos
limpios y abiertos?...
Ya más no puedo darte...
Duerme, lucero.
Duérmete. Mira:
hosannas
dicen los vientos...
(Despacio...
Callad
Despacio,
que está durmiendo...)



Claudio Rodríguez. De escasa producción, ha alcanzado el reconocimiento y la admiración de cuantos se han asomado a su obra. Dueño de un mundo muy particular y de un lenguaje sorprendente y fervoroso, Claudio Rodríguez es, además del maestro de muchos jóvenes poetas actuales, un influyente creador cuya poesía sigue promoviendo lectores. Fue premiado con el Premio Adonáis a los  18 años por Don de la ebriedad, libro que impresionó profundamente a Aleixandre. Tuvo amistad con numerosos poetas de su tiempo y fue en los años setenta cuando tuvo lugar su verdadera consagración como poeta. 

JESÚS, EL DULCE, VIENE, Juan Ramón Jiménez (Moguer, 1881 - Puerto Rico, 1958)

  
Jesús, el dulce, viene...
Las noches huelen a romero...
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!

Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría...
Mas la celeste melodía
suena fuera...
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma...

¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!


DIÁLOGO ENTRE DIOS PADRE Y EL ÁNGEL DE LA GUARDA DEL NIÑO QUE REGRESABA DE BELÉN (Retablo de Navidad), Luis Rosales (Granada, 1910 - Madrid, 1992)


¿La mula?
-Señor, la mula
está cansada y se duerme,
ya no puede dar al niño
un aliento que no tiene.

-¿La paja?
-Señor, la paja
bajo su cuerpo se extiende
como una pequeña cruz
dorada pero doliente.

-¿La Virgen?
-Señor, la Virgen
sigue llorando.

-¿La nieve?
-Sigue cayendo; hace frío
entre la mula y el buey.

-¿Y el niño?
-Señor, el niño
ya empieza a mortalecerse
y está temblando en la cuna
como el junco en la corriente.

-Todo está bien.
-Señor, pero…

-Todo está bien.
Lentamente
el ángel plegó sus alas
Y volvió junto al pesebre.



III, Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905 - Madrid, 1999)


Todo el silencio del mundo
se concentra en el establo.
Callan los que están dentro,
calla el que llega cantando,
callan suspiros y risas.

El Niño mira callado
con sus ojos de luz tierna
a quien viene a contemplarlo.

Un aire nuevo, cernido,
agita suave los mantos
de María y de José.
Estamos en ningún lado,
en el alba de la tierra.

Amanecer rosa y blanco
del principio de la Vida.

Todo calla en el establo. 




II, Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905 - Madrid, 1999)

II

Y estabas, simplemente
ante ti, Dios pequeño
escondido e inerme
en tu cuerpo tan nuevo,
en tu llanto reciente.

Estás mientras le miras
o en tus brazos se duerme.
¡Qué limpio, qué sencillo
tu modo de quererle!

Al pastor de fe pura
y a los clarividentes
magos ricos en dones
silenciosa le ofreces.

No hace falta que hables.
Aquí estás, simplemente.
Tu estar es una rosa
que en la nieve florece.