EL SALTO, León Felipe (Zamora, 1884 - Ciudad de México, 1968)

 
Somos como un caballo sin memoria,
somos como un caballo
que, no se acuerda ya
de la última valla que ha saltado.

Venimos corriendo y corriendo
por una larga pista de siglos y de obstáculos.
De vez en vez, la muerte...
¡el salto!
y nadie sabe cuántas
veces hemos saltado
para llegar aquí, ni cuántas saltaremos todavía
para llegar a Dios que está sentado
al final de la carrera...
esperándonos.

Lloramos y corremos,
caemos y giramos,
vamos de tumbo en tumba
dando brincos y vueltas entre pañales y sudarios.

(Audio del poema)



León Felipe (Zamora, 1884 - Ciudad de México, 1968) viajó por España por causa de su trabajo como farmacéutico. También recorrió el país como cómico de una compañía de teatro. Estuvo en la cárcel cerca de tres años y su vida bohemia lo colocó en una apretada situación económica hacia 1919. Por su condición de republicano se exilió en 1938 a México. Nunca ha sido reconocido como un poeta mayor. Aunque su impaciente canto a la libertad, sus enérgicos versos y su indudable sensibilidad poética han llevado a muchos a reivindicar su valía y un merecido reconocimiento. 


Y DE PRONTO ANOCHECE (Antes de que llegue la noche, 1985), Juan Luis Panero (Madrid, 1942 - Girona, 2013)



Ed é subito sera
        Salvatore Quasimodo


Vivir es ver morir, envejecer es eso,
empalagoso, terco olor de muerte,
mientras repites, inútilmente, unas palabras,
cáscaras secas, cristal quebrado.
Ver morir a los otros, a aquellos,
pocos. que de verdad quisiste,
derrumbados, deshechos, como el final de este cigarrillo,
rostros y gestos, imágenes quemadas. arrugado papel.
Y verte morir a ti también,
removiendo frías cenizas, borrados perfiles,
disformes sueños, turbia memoria.


Vivir es ver morir y es frágil la materia
y todo se sabía y no había engaño,
pero carne y sangre, misterioso fluir,
quieren perseverar, afirmar lo imposible.
Copa vacía, tembloroso pulso, cenicero sucio,
en la luz nublada del atardecer.


Vivir es ver morir, nada se aprende,
todo es un despiadado sentimiento,
años, palabras, pieles, desgarrada ternura,
calor helado de la muerte.
Vivir es ver morir, nada nos protege,
nada tuvo su ayer, nada su mañana,
y de pronto anochece.




Juan Luis Panero
Juan Luis Panero (Madrid, 1942 - Girona, 2013), falleció el pasado lunes. El que es, fue, hijo de Leopoldo Panero y hermano de Leopoldo María Panero, poetas también ellos dos, se formó en El Escorial, primero, y en Londres, después. Viajó por numerosos países. En América tuvo ocasión de conocer a Octavio Paz, Juan Rulfo y a Jorge Luis Borges. Publicó su primer libro en 1968. Con el poemario al que pertenece este poema obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona. Recibió además otros premios. Ahora, anochece.  

A J.J. QUE AHORA CONTEMPLA, SIN DOLOR, ESE PAISAJE QUE AMÓ TANTO (Cartas cerradas 1968), Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905 - Madrid, 1999)


Y te quise traer un ciprés de Castilla
que hundiera sus raíces hasta tocar tus huesos:
Castilla que cantaste y amaste con locura
cuando faltó a tus pies su barbecho fecundo.

Raíces en lo hondo; copa esbelta en el cielo.
No ese ciprés de Silos que Gerardo cantara,
sino un ciprés aún tierno que creciese a tu vera
señalando al que pase la ruta que seguiste.

Así todos verán al levantar los ojos,
que no estás ahí donde tu nombre queda,
porque el ciprés, cual índice de verdor y esperanza,
guiaría su vista a tu verdad inmutable.

¡Qué guardia de cipreses en la tarde de oro!
y me acordé de ti y de aquellos poemas;
y de los que, después, colmaste con ese Amor
que te acunó la muerte.
Yo te quise traer un ciprés de Castilla.
¿Para qué? me pregunto. ¡Si ya la tienes toda!


Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905 - Madrid, 1999) nació en una familia social y económicamente bien situada. Pudo, por ello, recibir una exquisita formación académica y cultural que, probablemente, contribuyó a la formación de su delicada sensibliidad. En su adolescencia fue lectora  de Verlaine, Lamartine, Víctor Hugo y Maeterlink. De entre las mujeres que formaron parte de la Generación del 27 (Concha Méndez, Rosa Chacel, Josefina de la Torre, Carmen Conde...), "Ernestina fue entre los años 20 y 30 la primera e indiscutible voz del grupo". Participó en las reuniones que organizaban Juan Ramón y Zenobia en su casa, donde conoció la poesía moderna y clásica inglesa. Se casó con Juan José Domenchina, que fue poeta y secretario personal de Manuel Azaña al proclamarse la II República. Tras la Guerra Civil se exilió a México, donde, a diferencia de su marido, encontró una segunda patria. 

En 1948 conoció en Estados Unidos, donde visitaba a Juan Ramón y Zenobia, a una nieta de W. Irving, conversa al catolicismo. También conoció en esos años la obra de Thomas Merton, norteamericano converso al catolicismo en 1938. Estas lecturas fortalecieron los vínculos religiosos de Ernestina. En 1950 empezó a frecuentar una residencia universitaria dirigida por mujeres del Opus Dei, pasados dos años solicitó la admisión en la Obra. A partir de entonces su obra poética cogió un nuevo rumbo, haciendo madurar los temas religiosos en su poesía y adquiriendo un tono místico en su obra.