II
Y estabas, simplemente
ante ti, Dios pequeño
escondido e inerme
en tu cuerpo tan nuevo,
en tu llanto reciente.
Estás mientras le miras
o en tus brazos se duerme.
¡Qué limpio, qué sencillo
tu modo de quererle!
Al pastor de fe pura
y a los clarividentes
magos ricos en dones
silenciosa le ofreces.
No hace falta que hables.
Aquí estás, simplemente.
Tu estar es una rosa
que en la nieve
florece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario