HOMBRE, Blas de Otero (Bilbao, 1916 - Madrid, 1979)


  
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.



Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.



Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.



Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!







Blas de Otero es uno de los más grandes poetas que nos ha dado el siglo XX. Desde una postura que parte del existencialismo se plantea (y se planta ante) el sufrimiento humano, un misterio en el que indaga a través de sus versos, y lo hace también aprovechando con gran acierto recusos de tipo fonético, rítmico, musical.

De su poesía se suelen distinguir tres etapas, las dos primeras -religiosa y existencial- con un marcado carácter más íntimo y la tercera -social- con una vertiente más política e influenciada por el acontecer de su tiempo.

Ha sido distinguido con premios como el Premio Boscán (1950), el Premio de la Crítica (1958), el Premio Fastenrath (1961) o el Premio Casa de las Américas (1964).

EN DOS PRISIONES ESTÓ, Garci Sánchez de Badajoz (1450-1520)


 
En dos prisiones estó
que me atormentan aquí:
la una me tiene a mí,
y a la otra la tengo yo.
Y aunque de la una pueda,
que me tiene, libertarme,
de la otra que me queda
jamás espero soltarme.

Ya no espero, triste, no,
verme libre cual nací,
que aunque me suelten a mí,
no puedo soltarme yo.

¡Qué hondamente estás tú (Bartolomé Lloréns)


¡Qué hondamente estás tú,
qué hondamente, viviendo
en esa interna vida 
siempre pasión, del sueño! 


Llama, fuego divino, 
corazón, llama, fuego... 
¡oh secreta mirada 
de corazón secreto! 

Alto en mi noche quemas, 
brillas, luces; sereno 
fuego que me consumes 
y me iluminas: ¡fuego! 

Ah tus ojos, tus ojos, 
oh cima del misterio; 
llamas, luces, estrellas; 
¡oh: fuego, fuego, fuego! 

3 de febrero de 1945


L' ESTACA, 1968 (Lluís Llach, 1948)


L'avi Siset em parlava  
de bon matí al portal,  
mentre el sol esperàvem 
i els carros vèiem passar. 

Siset, que no veus l'estaca 
a on estem tots lligats? 
Si no podem desfer-nos-en 
mai no podrem caminar! 

Si estirem tots ella caurà 
i molt de temps no pot durar, 
segur que tomba, tomba, tomba, 
ben corcada deu ser ja. 

Si jo l'estiro fort per aquí 
i tu l'estires fort per allà, 
segur que tomba, tomba, tomba 
i ens podrem alliberar. 

Però Siset, fa molt temps ja 
les mans se'm van escorxant 
i quan la força se me'n va 
ella es més forta i més gran. 

Ben cert sé que està podrida 
i és que, Siset, pesa tant 
que a cops la força m'oblida, 
torna'm a dir el teu cant.

Si estirem tots ella caurà 
i molt de temps no pot durar, 
segur que tomba, tomba, tomba, 
ben corcada deu ser ja. 

Si jo l'estiro fort per aquí 
i tu l'estires fort per allà, 
segur que tomba, tomba, tomba 
i ens podrem alliberar. 

L'avi Siset ja no diu res, 
mal vent que se'l va emportar, 
ell qui sap cap a quin indret 
i jo a sota el portal. 

I, mentre passen els nous vailets, 
estiro el coll per cantar 
el darrer cant d'en Siset, 
el darrer que em va ensenyar. 

Si estirem tots ella caurà 
i molt de temps no pot durar, 
segur que tomba, tomba, tomba, 
ben corcada deu ser ja. 

Si jo l'estiro fort per aquí 
i tu l'estires fort per allà, 
segur que tomba, tomba, tomba 
i ens podrem alliberar.
.





NO VOLVERÉ A SER JOVEN (Poemas póstumos, 1968), Jaime Gil de Biedma (1929-1990)



Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.




Jaime Gil de Biedma nació en una familia de la alta burguesía de Barcelona. Su poesía, de tono elegíaco, enlaza con la de Vallejo, Antonio Machado y con el delicado erotismo de Cernuda. Aunque su obra no es muy extensa, es una de las que más influencia ha ejercido en las generaciones recientes. Su sensibilidad exquisita se plasma en poemas como el que precede a estas líneas.