Último brindis, Nicanor Parra




Lo queramos o no 
sólo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.

Y ni siquiera tres
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer
nos pertenece sólo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.

Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.

Y ni siquiera dos
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó...
como la juventud.

En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca
pero que es lo único
de lo que realmente disponemos.



Nicanor Parra, nacido en Chile el año 1914, con su poesía provoca un nuevo giro en la poesía de habla hispana y, en especial, en la latinoamericana. Con su antipoesía instaura definitivamente en la lírica el lenguaje conversacional, el nihilismo, la ironía ingeniosa, la crítica corrosiva, la desacralización del yo poético, el uso de los grafitos y la expresión audiovisual. En su poema Manifiesto se puede observar cuál es su visión del poeta y la poesía. 

De este escritor, del que Borges afirmaba que con tal nombre no se podía ser poeta, podemos afirmar que es un revolucionario de la poesía. Tanto por la creación o movilización de la antipoesía y su novedad, como por el uso subversivo del lenguaje como medio revolucionario. 

2 comentarios:

  1. Me parece demoledor. Nunca he leído a Nicanor Parra, pero creo que ya antes de leerlo lo voy a incluir en la carpeta mental de los "poetas cuyos versos deben leerse muy de vez en cuando", junto a Pizarnik o José Hierro.

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  2. Ciertamente, F.J.G.G., este poema es demoledor; sin embargo, para mi gusto, Nicanor Parra con su cultivo de la "antipoesía" ofrece unos tomates o unas lechugas que, valga la hipérbole (si se le quiere llamar así), son azules y saben a langostino, por ejemplo. No sé si se entiende, pero hay cosas que me parece que andan muy alejadas dekl ideal de poesía que algunos tenemos.
    A pesar de todo, puede que sea mi culpa, y no suya. Del mismo modo que este me ha parecido un gran poema, sobre un tema universal.
    Un abrazo,
    Ignacio P.

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