hija del lento Tiempo y el Sosiego,
silvana poeta, cuenta tu frondoso
poema, más dulce que éste que yo alego:
¿qué leyenda foliada te rodea,
de hombres o de deidades, de los dos,
en Tempe o en la Arcadia pastoral?
¿De qué huyen las doncellas? ¿Y ese dios?
¿O es mortal? ¿Quién acosa y quién pelea?
¿Y aquellas flautas? ¿Qué éxtasis brutal?
Al oído las músicas son bellas,
pero más las que no se escuchan: suenen,
flautas, no las que se oyen, sino aquellas
calladas que a las almas enajenen:
joven del árbol, no podrás dejar
tu canción ni aquel árbol caer sus ramas;
nunca, nunca podrás besar, amante,
aunque estés cerca; no hay por qué llorar:
que aunque no seas feliz, ella no obstante
será por siempre hermosa y tú la amas.
Ah, feliz, feliz árbol, no dirás
adiós ni a hojas ni a la Primavera;
y feliz melodista, que tenaz
tocas siempre tu flauta cancionera;
¡Y el amor, más feliz! ¡Feliz amor!
Siempre ardiente mas nunca disfrutado
para siempre jovial, siempre anhelante;
muy por encima del humano ardor
que deja el corazón de pena hastiado,
la frente en fiebre, el hálito quemante.
¿Quiénes al sacrificio están viniendo?
Sacerdote, ¿a cuál verde altar orientas
al ternero que al cielo va mugiendo,
ornado con guirnaldas opulentas?
¿Qué aldea, junto al mar o junto al río
o en la falda de un monte en pía calma,
sin gente esta mañana se ha quedado?
Aldea, para siempre habrá un vacío
en tus mudos senderos, y ni un alma
dirá por qué está todo desolado.
Ática pieza, qué hermoso entramado
de elaborados hombres y mujeres,
con ramas y con hierbas matizado;
con tu callada forma nos sugieres
la misma eternidad. Cuando el proceso
de los años agote nuestra edad,
las penas de otros hombres has de ver,
siempre amiga, diciendo: "la verdad
es lo bello, y lo bello, verdad: éso
es todo lo que puedes aprender".
Fuente y texto en inglés: aquí.
John Keats, es uno de los principales poetas del romanticismo europeo. Nacío en Londres en el año 1795 y murió en Roma en 1821.
Su lírica se caracteriza por un lenguaje exhubreante e imaginativo, atemperado por la melancolía. Se dice que sus poemas más auténticos y memorables solo los pudo escribir en sus últimos años de vida, cuando -quizá, quién sabe- ya sentía de cerca la muerte. Cada día me quiere más mi muerte, que diría ya en el XX Bartolomé Lloréns.
No hay comentarios:
Publicar un comentario