AJENO (Alianza y condena, 1965), Claudio Rodríguez (Zamora, 1934 - Madrid, 1999)


Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.

Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba,
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.




Claudio Rodríguez De escasa producción, ha alcanzado el reconocimiento y la admiración de cuantos se han asomado a su obra. Dueño de un mundo muy particular y de un lenguaje sorprendente y fervoroso, Claudio Rodríguez es, además del maestro de muchos jóvenes poetas actuales, un influyente creador cuya poesía sigue promoviendo lectores. Fue premiado con el Premio Adonáis a los  18 años por Don de la ebriedad, libro que impresionó profundamente a Aleixandre. Recibió el Premio de la Crítica en 1966 por el poemario que contiene estos versos. Tuvo amistad con numerosos poetas de su tiempo y fue en los años setenta cuando tuvo lugar su verdadera consagración como poeta.


TIEMPO (Versos, 1920 - 1928), Dulce María Loynaz (La Habana, 1902 - 1997)

1
El beso que no te di
se me ha vuelto estrella dentro...
¡Quién lo pudiera tornar
-y en tu boca...- otra vez beso!


2
Quién pudiera como el río, 
ser fugitivo y eterno:
Partir, llegar, pasar siempre 
y ser siempre el río fresco...


3
Es tarde para la rosa.
Es pronto para el invierno.
Mi hora no está en el reloj...
¡Me quedé fuera del tiempo!


4
Tarde, pronto, ayer perdido... 
mañana inlogrado, incierto 
hoy... ¡Medidas que no puede
fijar, sujetar un beso!...


5
Un kilómetro de luz,
un gramo de pensamiento...
(De noche el reloj que late 
es el corazón del tiempo...)



6
Voy a medirme el amor 
con una cinta de acero.
Una punta en la montaña:
La otra... ¡Clávala en el viento!...





Dulce María Loynaz nació en la Habana un 10 de diciembre, el del año 1902. A los 10 años escribió sus primeros versos. A los 20 llegó Pablo, su primer amor, con quien -tras un divorcio- se casaría, y su primera partida, un viaje a Estados Unidos. Durante estos años publica en algunos periódicos y escribe sus Diez sonetos a Cristo, además de ser incluída en importantes antologías. Mereció el Premio Cervantes de Literatura en el año 1992. Viajó por numerosos países y mantuvo amistad y correspondencia con una gran cantidad de poetas, escritores y artistas de su tiempo: Juan Ramón Jiménez, Ángela de Mela, Gabriela Mistral, Federico García Lorca, Juana de Ibarbourou... Es llamativa la sencillez con que se presenta y la admiración que profesa a estos escritores, a pesar de que ellos la consideraban superior. Murió el 27 de abril del año 1997.