El día que yo me muera
que no se organice un drama
ni se monte una tragedia.
A la tarde de la vida
me examinarán de amor
los hechos y la poesía
y aprobaré, así que nada
de agrias desesperaciones
ni de lutos, ni de lágrimas.
Que den mi cuerpo a la tierra,
una oración a los Cielos
y mi escasa hacienda a Hacienda.
Si un concejal de Cultura
me editara un libro, vale,
más vale tarde que nunca.
Y puestos a dar la lata
yo quisiera de epitafio
este canto de esperanza:
"Esperanza, compañeros,
las almas viven y encima
resucitarán los cuerpos".
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